Cuando hablamos del fallecimiento de un ser querido, sentimos una tristeza profunda directa en el corazón, consecuencia de los apegos y sentimientos que tenemos hacia esa persona que ya no estará más con nosotros.
El duelo, a diferencia de lo que se cree, es un proceso de rehabilitación emocional y no una enfermedad o trastorno; como todo en la vida, afrontar la muerte es un proceso de aprendizaje y con el trascurso del tiempo, el apoyo social y familiar, el doliente podrá “curar” sanamente estas heridas emocionales que deja la pérdida.
Como quien cura una herida corporal, así mismo, se requiere un “tratamiento” a la herida del alma, para lo cual, es necesario que se utilicen herramientas de afrontamiento adecuadas para prevenir algún síntoma negativo y encaminar dicho proceso hacia la adaptación y aceptación del fallecimiento de nuestro ser querido.
Estas son algunas estrategias:
1. Acepta la pérdida, aunque resulte doloroso, debes concientizarte de la ausencia y proyectarte a construir una nueva vida sin su presencia.
2. Comparte la pena y el dolor con personas que te llenen de buena vibra. En momentos de dolor, rodearnos de personas “que nos hacen bien” resulta positivo.
3. Valida tu dolor, evita pretender omitir los sentimientos de dolor, pues son naturales dentro del proceso y no deben negarse.
4. Reorganiza tu vida diaria. Busca nuevos hobbies, nuevas tareas, no con el objetivo de “mantenerte ocupado(a) para no pensar”, sino con el objetivo de encontrar un nuevo sentido a la vida.
Si hacemos el intento de cumplir con estas estrategias, podemos prevenir cualquier daño que pueda afectar nuestra calidad de vida permanentemente.
Cada persona necesita un tiempo y unas actitudes diferentes para poder aceptar y superar el sufrimiento por la pérdida de un ser querido. En aquellos casos en los que el malestar emocional no desaparece e interfiere negativamente con la vida diaria es recomendable buscar ayuda por medio de terapias psicológicas, no se trata de olvidar sino de relacionarnos de una forma diferente con el recuerdo que nos queda en nuestra mente y en nuestro corazón.
Recuerda, es momento de aceptar y soltar; sanar no es olvidar sino renovar para continuar por el camino de la vida.