Al igual que alguien que ha vivido una situación extrema de miedo, guerra o un evento traumático que ha marcado su vida, el doliente atraviesa por una etapa de shock al enfrentarse con la noticia de la pérdida, más aún cuando la misma es repentina o por causa de un episodio violento; esto favorece a que emociones negativas relacionadas a la muerte se apoderen de él, tales como: miedo, ansiedad, intranquilidad y vulnerabilidad, todas ellas relacionadas al temor de sentirse desprotegido, negando entonces una necesidad básica de todo ser humano, el poder sentirse seguro de su entorno, sus decisiones y su bienestar.
Siendo así, es factible decir que el estrés post- pérdida existe y se ve identificado en el doliente, cuando este somatiza sus emociones de dolor en dolencias físicas que alteran su estado de salud, convirtiéndose en un posible “duelo complicado”, viendo a este como una fase temporal (normal en todo proceso de duelo) o prolongada( duelo patológico que requiere un mayor acompañamiento).
Un estrés post-pérdida puede identificarse si el doliente experimenta uno o más de los siguientes síntomas:
- Ansiedad y recuerdos recurrentes de la muerte de su ser querido, como por ejemplo, recordarlo en el cofre o en el lugar donde se dio el fallecimiento, soñar que fallece de la misma forma, entre otras.
- Pesadillas recurrentes, sueños tenebrosos donde observa a su ser amado en situaciones oscuras o rodeadas de maldad.
- Continua sensación de miedo o peligro, sentir que es perseguido, sentir miedo de pasar por el mismo lugar donde transitaba el ahora fallecido o el lugar donde se produjo la muerte.
- Negación de la muerte de ese ser amado o en algunos casos, negación de la existencia de la persona- “Nunca existió”- borrar recuerdos como forma de protección.
- Hipersensibilidad a ruidos, sobresaltarse con facilidad.
- Pensamientos negativos sobre sí mismo o el mundo.
- Olvidarse de hablar o negarse a hacerlo.
- En niños puede observarse: orinar en la cama después de haber superado esta etapa, aferrarse de manera inusual a sus padres, cuidadores o a un objeto, representar la experiencia traumática durante su rutina de juego.
Normalmente estos síntomas suelen desaparecer de manera natural a medida que el doliente afronta el proceso de duelo y lleva el camino de sanación del mismo, sin embargo cuando transcurre más de 6 o 12 meses bajo la misma situación es importante que se considere buscar ayuda profesional.
Si se desea apoyar a la vivencia de este estrés post.- duelo para ayudar a un amigo o un familiar, usted puede:
- Ofrecer apoyo emocional, comprensión, paciencia y ánimo. Puede animarlo a participar de grupos de apoyo que le permitan expresar sus emociones.
- Aprender sobre el trastorno por estrés postraumático para poder entender lo que su amigo o familiar está sintiendo
- Escuchar atentamente. Prestar atención a los sentimientos de su familiar y a las situaciones que pueden desencadenar los síntomas de trastorno por estrés postraumático
- Compartir distracciones positivas, como paseos, excursiones y otras actividades.
- Recordarle a su amigo o familiar que los síntomas se reducirán gradualmente a razón del paso del tiempo y que puede es libre de sentir y expresarse.
- No ignore comentarios de alerta que usted considere dignos de preocupación.