Enfrentar la pérdida de un ser amado, es un proceso doloroso y difícil, pues es mirar a la cara a uno de nuestros peores temores… por esto, algunas personas puede que prefieran negar lo ocurrido y cerrarse a la posibilidad de sentir, llorar y expresar el dolor, considerando que si no puede sentirlo lo superará más rápido… algo así como la popular frase, “ojos que no ven, corazón que no siente”.
Sin embargo, los ojos del duelo no pueden cerrarse por un largo tiempo, siempre llegará el momento en que deberán abrirse y es allí donde la realidad golpea con mayor fuerza y es que contrario a lo que se pudiera creer, no hay sanación del duelo sin dolor… pues este es el mejor método para realizar la catarsis que como dolientes necesitamos.
No hay duelo que cure sin lágrimas, momentos de soledad y llanto, sentimientos de desesperanza y pérdida del sentido de la vida que nos lleva a tocar el fondo de nuestra tristeza… y es allí cuando descubrimos que no estábamos en un pozo profundo, sino en un túnel que debía ser transitado para dar entrada triunfal.
El permitirnos sentir dolor, nos libera de las emociones propias del duelo y así poco a poco la aceptación llega para darnos tranquilidad.
La aceptación dentro del proceso de duelo, no es solo el poder racionalizar la pérdida ( sé que no estás, sé que falleciste) sino el poder vivir sin pretender conocer las razones de la pérdida, tener la tranquilidad de no buscar respuesta a preguntas que quizás nunca la tengan: ¿Porqué el/ella?¿En qué momento pasó todo? ¿Porqué no pude hacer más? Etc.
Cuando puedes pensar en tu ser amado fallecido y ya no tengas reproches, dudas, culpas para con el/ella, los demás o incluso contigo mismo, habrás dado el paso necesario para aceptar y soltar el sufrimiento.
Pero… ¿Cómo podemos trabajar en la aceptación?
- Visita el lugar de descanso de tu ser amado fallecido, esto ayuda a visualizar la pérdida.
- Reorganiza los roles que el/ella desempeñaba, demuéstrate a ti mismo que puedes retarte a hacerlo sin el o ella, no porque no le extrañes sino porqué tienes la independencia para lograrlo.
- Cada vez que lo recuerdes, trae a la mente un nuevo propósito de vida en su memoria.
- Responde todos los “Porqué” con un “para qué” positivo. Dando sentido a la pérdida.
- Comprométete contigo mismo a recuperar la felicidad.