Decálogo del buen acompañante de un proceso de duelo.

Acompañar un proceso de duelo no es una tarea que simplemente se asigna a alguien de la familia o que “por defecto” es asumida por uno de los miembros de la misma, el proceso de ser acompañante en duelo se dá de manera natural a razón de los lazos de afecto que unen al “cuidador” con el doliente y que por tanto no permite definir un perfil del cuidador perfecto.

Si has sido seleccionado por el doliente para acompañarle o has sido tu quien decide asumir este rol, a continuación, te compartimos algunos tips de lo que se ha llamado el “Decálogo de un buen cuidador de duelo”, una recopilación de varios autores que han expuesto los temas esenciales que deberás tener presente, permitiéndote tener un lenguaje más cercano al doliente y establecer una posición de apertura a las emociones y sentimientos que afrontarás junto a el:

1. Me informaré: Vivimos en una sociedad en la que la muerte es reprochada y por tanto no existe la suficiente libertad para hablar de ella y el dolor que produce su aceptación por eso, como cuidador, leeré y me informaré de aspectos relacionados con el duelo, de esta forma mi ayuda será más efectiva.
2. Validaré la pérdida: Permitiré y animaré la expresión de los sentimientos de dolor y de tristeza por la pérdida del ser querido, sin salir huyendo o perder la calma ante la manifestación de los mismos.
3. Seré un buen oyente: Mantendré una actitud de escucha y atención para el dolor, la tristeza, la rabia, la frustración, la soledad y todos los sentimientos que acompañan la aflicción. Recordemos que tenemos dos oídos y una boca, es decir, permitámonos escuchar el doble de lo que hablamos.
4. Mis hombros serán su sostén: Prestaré, mientras sea necesario, mis hombros, mis brazos y mi pecho como consuelo de la persona doliente.
5. Estaré disponible: No esperaré a que él o ella busque ayuda, tomaré la iniciativa visitándolo o llamándolo, pero también sabré respetar su soledad.
6. Abriré espacios de apoyo: Facilitaré el apoyo y la comunicación efectiva de la familia.
7. No juzgaré: Respetaré las diferencias individuales en la expresión del dolor y en la recuperación del mismo, comprendiendo que “mis tiempos” no son iguales a los suyos, no hay lugar a comparaciones.
8. Estaré presente: Estaré atento a las reacciones anormales o distorsionadas del duelo.
9. Facilitaré su adaptación: Una vez alcanzada la recuperación, animaré y colaboraré en el establecimiento de actividades para el doliente.